Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes.
Es necesario esperar, aunque la esperanza haya de verse siempre frustrada, pues la esperanza misma constituye una dicha, y sus fracasos, por frecuentes que sean, son menos horribles que su extinción.
En el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante, y detrás de cada noche, viene una aurora sonriente.
Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol.
Si ayudo a una sola persona a tener esperanza, no habré vivido en vano.
La esperanza es el peor de los males, pues prolonga el tormento del hombre.
Si la mañana no nos desvela para nuevas alegrías y, si por la noche no nos queda ninguna esperanza, ¿es que vales la pena vestirse y desnudarse?.
La esperanza y el temor son inseparables y no hay temor sin esperanza, ni esperanza sin temor.
La esperanza hace que agite el naufrago sus brazos en medio de las aguas, aún cuando no vea tierra por ningún lado.
Al deseo, acompañado de la idea de satisfacerse, se le denomina esperanza; despojado de tal idea, desesperación.
Aunque tengamos la evidencia de que hemos de vivir constantemente en la oscuridad y en las tinieblas, sin objeto y sin fin, hay que tener esperanza.
Nunca será tarde para buscar un mundo mejor y más nuevo, si en el empeño ponemos coraje y esperanza.
Mi querida más fiel fue la esperanza
que me suele engañar y no me deja.
En cada amanecer hay un vivo poema de esperanza, y, al acostarnos, pensemos que amanecerá.
La esperanza, no obstante sus engaños, nos sirve al menos para llevarnos al fin de la existencia por un camino agradable.
La esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose.
Cada vez que un hombre defiende un ideal, actúa para mejorar la suerte de otros, o lucha contra una injusticia, transmite una onda diminuta de esperanza.
Salen errados nuestros cálculos siempre que entran en ellos el temor o la esperanza.
La esperanza es un árbol en flor que se balancea dulcemente al soplo de las ilusiones.
Donde una puerta se cierra, otra se abre.
Mientras hay vida hay esperanza.
La esperanza sonríe desde el umbral del año que viene, susurrando: 'será más feliz'.
Quien ha perdido la esperanza ha perdido también el miedo: tal significa la palabra "desesperado".
La misma esperanza deja de ser felicidad cuando va acompañada de la impaciencia.
La esperanza es una virtud cristiana que consiste en despreciar todas las miserables cosas de este mundo en espera de disfrutar, en un país desconocido, deleites ignorados que los curas nos prometen a cambio de nuestro dinero.
Un barco no debería navegar con una sola ancla, ni la vida con una sola esperanza.
Comer pan sin esperanza es igual que morirse poco a poco de hambre.
La esperanza es el único bien común a todos los hombres; los que todo lo han perdido la poseen aún.
Con viento mi esperanza navegaba;
perdonóla la mar, matóla el puerto.
Una esperanza reaviva otra esperanza; una ambición, otra ambición.
Nunca se da tanto como cuando se dan esperanzas.
Eso era todo lo que un hombre necesitaba: esperanza. Era la falta de esperanza lo que hundía a un hombre.
Mientras las cosas son realmente esperanzadoras, la esperanza es un nuevo halago vulgar: sólo cuando todo es desesperado la esperanza empieza a ser completamente una fuerza.
Vive mejor el pobre dotado de esperanza que el rico sin ella.
Tanto más fatiga el bien deseado cuanto más cerca está la esperanza de poseerlo.
Los vuelos naturales del espíritu humano no van de placer a placer, sino de una esperanza a otra.
No hay condición tan baja que no tenga esperanzas, ni ninguna tan alta que no inspire temor.
Los pueblos viven sobre todo de esperanzas. Sus revoluciones tiene por objeto sustituir con esperanzas nuevas las antiguas que perdieron su fuerza.
La providencia nos ha dado el sueño y la esperanza como compensación a los cuidados de la vida.
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