El que es celoso, no es nunca celoso por lo que ve; con lo que se imagina basta.
El que no tiene celos no está enamorado.
Cuando el hombre es celoso, molesta; cuando no lo es, irrita.
Si los celos son señales de amor, es como la calentura en el hombre enfermo, que el tenerla es señal de tener vida, pero vida enferma y mal dispuesta.
Los celos son siempre el instrumento certero que destruye la libertad interior y elimina en la compañía toda la felicidad posible.
Los celos son una ceguera que arruina los corazones; quejarse y querellarse no representa signos de afecto sino de locura y malestar.
De cualquier forma los celos son en realidad una consecuencia del amor: os guste o no, existen.
Los celos se engendran entre los que bien se quieren, del aire que pasa, del sol que toca y aun de la tierra que se pisa.
Las mujeres feas son celosas de sus maridos. Las bonitas no tiene tiempo, ¡están siempre tan ocupadas en estar celosas de los maridos de los demás.
Los celos se nutren de dudas y la verdad los deshace o los colma.
Ser celoso es el colmo del egoísmo, es el amor propio en defecto, es la irritación de una falsa vanidad.
Los celos son, de todas las enfermedades del espíritu, aquella a la cual más cosas sirven de alimento y ninguna de remedio.
Porque dicen, amor, que no caminas
si los celos no te calzan las espuelas.
Los amores más duraderos son aquellos en que uno de los dos amantes es extraordinariamente celoso.
Pedir celos es despertar a alguien que está durmiendo.
Los celos son una mezcla explosiva de amor, odio, avaricia y orgullo.
Los celos pueden constituir un modo nuevo de probar el amor, más pueden también ofender la dignidad de una mujer perfectamente delicada.
El enamorado celoso soporta mejor la enfermedad de su amante que su libertad.
Los celos cuando son furiosos, producen más crímenes que el interés y la ambición.
Son celos cierto temor
tan delgado y tan sutil,
que si no fuera tan vil,
pudiera llamarse amor.
Y mi ardiente pasión murió de frío; que así muere el amor cuando no hay celos.
Los celos son los hermanos del amor, como el diablo es hermano de los ángeles.
Ligerezas como el aire son para el celoso fuertes confirmaciones, como un testimonio de las Sagradas Escrituras.
La mujer celosa en sí no reposa, y al marido siempre le trae afligido.
Con la perfidia de las mujeres se consigue curar los celos.
El amor celoso enciende su antorcha en el fuego de las furias.
Se sufre de dos clases de celos: los del amor y los del amor propio.
Los celos matan el amor pero no el deseo. Este es el verdadero castigo de la pasión traicionada.
Los celos no son corrientemente más que una inquieta tiranía aplicada a los asuntos del amor.
lunes, 2 de marzo de 2015
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario